Quienes nos interesamos por el cuidado del ambiente, sabemos bien cuáles son los problemas que aquejan al planeta y a menudo nos sentimos agobiados con tanta contaminación, peligro de extinción, tala indiscriminada, sequía, inundación....problemas tan grandes que nuestra conducta pro-ambiental pareciera insignificante en cuanto a la resolución de alguno de ellos. Estoy convencida de que no lo es, pero de todas formas la sensación que nos queda muchas veces es de un importante pesimismo.
Sin embargo, hay una cuestión que, inexplicablemente, no figura entre las actitudes conocidas como conservadoras del ambiente, y que trata sobre cultivar un jardín nativo.
No quiero usar terminología difícil, así que sólo diré que las plantas nativas son aquellas que pertenecen a
una región biogeográfica determinada. Son aquellas que evolucionaron en el mismo lugar desde hace millones de años. Por lo tanto, crecieron, cambiaron y se adaptaron junto y con varias especies de insectos, aves, mamíferos, también originarios de ese lugar. La enorme diferencia entre una planta nativa y una exótica radica, principalmente, en dicha evolución conjunta.
Entonces, si en nuestra casa elegimos tener una planta nativa (o autóctona), evidentemente estará acompañada por toda esa gama de organismos que aprendieron a comer sus frutos, sus semillas y sus hojas, que la usan como nido, que se alimentan de su néctar o de los insectos que se están comiendo sus hojas o su savia, y de los cuales muchas veces ella se vale para su propia reproducción y posterior dispersión. Hay muchísimos casos de lo que se llama "coevolución" y que indica, básicamente, que una especie ha evolucionado junto a otra y que ambas desarrollaron estrategias para convivir, proceso que les ha llevado millones de años.
Nadie niega el valor estético y ornamental de las plantas exóticas, las cuales provienen de los lugares más recónditos del planeta. Son ejemplares mejorados por la mano del hombre y gracias a eso disfrutamos floraciones extraordinarias en épocas inusuales, crecimiento rápido, etc. Pero si hacen una pequeña observación, es difícil encontrar mariposas o abejas en sus flores, o aves comiéndose sus frutos. Sí, hay una pequeña cantidad de aves urbanas que se han adaptado a la presencia de plantas exóticas y le han descubierto una utilidad. Pero sigue siendo un número muy pequeño, y en general se trata de aves e insectos generalistas, o sea que su rango alimentario es bastante grande y por lo tanto se "acomodaron" a lo que encontraron.
Hay un número importante de insectos y de aves que desaparecieron de las zonas urbanas
debido a la proliferación de plantas exóticas. Lo que prima en los viveristas y paisajistas es únicamente el criterio estético, por lo tanto la gente gustosa de las plantas poca oportunidad tiene de conocer aquellas especies que no tienen desarrollo comercial y que muchas veces crecen en nuestros canteros o al costado de la ruta sin que nos percatemos de su existencia (y no menospreciemos nuestra argentina predilección por lo foráneo). Y también tenemos que tener en cuenta que nuestro inconsciente colectivo marca que el jardín debe ser un lugar libre de "alimañas", contenido y sobre todo prolijo. Nada de abejas picadoras dando vueltas por ahí, arañas agazapadas esperando picar un brazo de nuestro niño, hongos que nos matan, hojas comidas por sabrá Dios que bicho inmundo.....
Existe el criterio absolutamente instaurado de que hay que podar y fumigar, controlar TODO el tiempo, no dejar que la naturaleza se exprese, porque en la naturaleza hay bichos malos que nos morderán y nos transmitirán enfermedades. Estos atavismos no son los únicos que portamos, pero si existen otros que los hemos sabido cambiar en pos de la convivencia, deberíamos poder zanjar estos miedos también. Con conocimiento, sabiendo el enorme beneficio que nos proporcionan los insectos y las aves y "educando el ojo", apreciando el color y la forma pero aprendiendo a valorar el hilado de una araña, la increíble transformación de una mariposa, las maravillosas defensas de las orugas de las polillas nocturnas, la enorme variación de colores y formas de los escarabajos y las chinches....
En definitiva ¿saben porqué no vemos tantas mariposas como cuando éramos chicos? ¿O luciérnagas? ¿O lagartijas? Porque solo cultivamos azaleas, rosas y santa-ritas. Hagan una sencilla prueba y cuenten, cuando estén en un camino de eucaliptos, (tan asociados a las quintas y estancias bonaerenses que ya nos parecen nativos), cuántos pájaros ven o escuchan. Luego vayan a un baldío abandonado, o al costado de las vías de algún ferrocarril o a cualquier lugar que tengan a mano que sufra de ausencia de bordeadora y hagan lo mismo. Toda la vida que no verán en el eucaliptal la verán en estos lugares.
La tan en boga "biodiversidad" también podemos fomentarla en casa. Y los beneficios son muy distintos a tener un "green de golf" en el fondo. Lo he visto personalmente y lo compruebo, día a día, en mi propio jardín, donde conviven exóticas y nativas, y siendo éstas últimas y su fauna asociada, las generadoras de las impresiones que quise compartir hoy con ustedes.